28 de septiembre de 2022
Entrevista Gerardo Prieto Madrazo
“Un abrumador exceso de información te impide a veces apreciar lo más importante en un corredor, el factor humano”
Gerardo Prieto ha sido el responsable de los atletas de élite de la Zurich Marató Barcelona desde 2010. Fechas claves en las que ha conseguido el récord de la prueba en categoría masculina y femenina y hasta un récord del mundo en la media maratón barcelonesa.
¿Cuántos años has estado colaborando con la organización de la Zurich Marató Barcelona coordinando a los atletas de élite?
A grandes rasgos, en los noventa colaboré un par de veces en las ediciones en las que se mejoró el récord del circuito, a cargo de Abdeslam Sherrock, la primera vez que se corría en menos 2.10 en el asfalto estatal. En 2010 me llamó Cristian Llorens un mes antes de la Marató, para reforzar la carrera de élite que finalmente ganó Jackson Kotut con 2.07.30, dos minutos más rápido que la plusmarca del marroquí, inamovible hasta casi quince años después. El récord femenino se ha mejorado, creo recordar, hasta en siete ocasiones en esta docena de años, con una atleta en 2.23 y dos atletas masculinos en 2.05 en la pasada edición.
¿Qué criterios principales tienes para elegir a los corredores/as que vienen a participar?
Siempre predominan los criterios técnicos, las estadísticas sobre el rendimiento de cada atleta, las marcas personales considerando donde y como fueron obtenidas. A mi entender, un abrumador exceso de información te impide a veces apreciar lo más importante, el factor humano, ese intangible tan difícil de medir o precisar y tan vital en una distancia tan especial como el maratón. Si conoces como viven y cómo piensan, su entorno, quien los entrena, quien los cuida y los mueve por el mundo, tienes una ventaja para elegir y confiar en un equipo ganador y con un objetivo claro.
¿Qué es lo que más te ha sorprendido de los training camps?
He viajado a Kenia y Etiopía con reporteros, y normalmente se sorprenden con la rusticidad y la vida espartana en estas rudimentarias instalaciones deportivas del Este africano, aunque, sinceramente, a mí nunca me causaron ese efecto, todo lo contrario, me parece de lo más coherente. Desde mi primera incursión en 1989 en esta parte del mundo, he tenido la convicción de que esa actitud forma parte importante de sus éxitos. También es cierto que la llegada de técnicos europeos y representantes a partir de los noventa ha expandido sin duda el dominio de los atletas africanos en la larga distancia. El éxodo temporal de muchos atletas europeos que ahora entrenan en Itén, Eldoret o Addis Abeba tampoco me sorprende cuando veo a grupos de casi un centenar de corredores saliendo a rodar antes del amanecer.
En la Zurich Marató Barcelona has sido parte implicada en los récords de la carrera que se consiguieron el pasado mes de noviembre. ¿Qué supone para ti ver que no te has equivocado a la hora de elegir a los participantes?
No era fácil por que llevábamos dos ediciones seguidas con récord en 2.06 y el objetivo era estar por debajo de este registro en hombres y bajar de 2.24 en mujeres. En este último caso la mayor satisfacción para mí fue ver a la ganadora en Zurich Maratoia de San Sebastián, Dekebo, ganando con 2.23 en Barcelona tras intentar lo imposible en el circuito donostiarra, azotado ese día por un temporal de lluvia y viento considerables. No lo consiguió en San Sebastián, pero su entrega me pareció tan generosa que inmediatamente la invité a participar en Barcelona.
En este sentido tuviste un papel muy importante en la eDreams Mitja Marató Barcelona, con los récords mundiales que nos brindó Florence Kiplagat en 2014 y 2015. ¿Cómo viviste este momento?
Florence Kiplagat ha hecho grande a la Mitja de Barcelona, ahora mismo una cita de referencia en todo el Mundo y sobre todo en Europa, incluidos los corredores populares. Lo viví con una satisfacción enorme porque la Mitja en 2012 contaba con 4.000 participantes, creo recordar, y, tras los récords de Florence, se cerraban inscripciones al llegar a 23.000, una semana antes del cierre oficial, lo nunca visto. Sin duda la keniana ha tenido mucho que ver en que la participación creciera de forma notable y sobre todo la femenina. Soy testigo de que la demanda de dorsales por parte de la élite europea y local se disparó tras los cinco topes mundiales de la keniana en la meta de Ciutadella, el primer WR sobre asfalto español, sin duda un gran reclamo.
¿Con qué momento profesional te quedas de tu experiencia como manager de los atletas de élite de la Zurich Marató Barcelona
Me quedo con un momento difícil pero felizmente superado y uno fácil pero insuperable. En el vigésimo quinto aniversario de los Juegos de Barcelona, en 2017, invitamos a los seis maratonianos que subieron al podio en Montjuic. Sin lugar a duda presenciaron una edición muy especial. Mekonen, un corredor acreditado en 2.06, era el favorito, pero se lesionó en el 30 y la cabeza de carrera, con TV3 en directo, se quedó vacía excepto por las dos liebres que tiraban de él. Me acerqué a Jonah Chesum, una de las liebres, y le animé para que siguiera, a lo que respondió afirmativamente. Aguantó como pudo la subida del Paralelo y terminó ganando con 2.08. Chesum padece una minusvalía en un brazo a causa de un accidente doméstico cuando era niño y había participado en los Juegos Paralímpicos. Esta circunstancia y el hecho de haber acabado ganando, siendo una de las liebres tuvo una enorme repercusión en medios y redes, como nunca había disfrutado la Marató.
Para mí, el momento fácil pero insuperable se produce cuando felicitas a los ganadores en el hotel, duchados y disfrutando sin piedad de su comida tan solo tres horas después de acabar un maratón a tope, cuando compartes un té de postre y te cuentan su vida y sus circunstancias. Acaban invitándote a visitarles en su país de origen, especialmente los kenianos que suelen ser más amigables, simple y llanamente porque hablan un buen inglés y los etíopes apenas lo chapurrean. A algunos les tomé la palabra y viajé hasta el Rift para invitarles a defender su título en la siguiente Marató. Me recibían en sus granjas o shambas con continuas muestras de agradecimiento, y me atiborraban de té con leche y chapati mientras reunían a toda la familia para hacerse una foto con el Misungo del maratón de Barcelona. Cada vez que llegaba un nuevo familiar, amigo o vecino, había que hacerse otra foto, cada vez más coral, con la shamba, las vacas pastando alrededor y la casa nueva al fondo, levantada con el premio que el corredor o corredora había conseguido en Barcelona. En cada instantánea, todo el mundo contenía la respiración, para luego estallar de alegría, esa alegría de vivir tan africana y tan contagiosa.